Zaragoza Domenech, Agustina. Agustina de Aragón. Barcelona, 4.III.1786 – Ceuta, 29.V.1857. Heroína de la Guerra de la Independencia.
Agustina de Aragón es el nombre con el que se conoce a Agustina Zaragoza Domenech, por su heroísmo en la Guerra de la Independencia (1808-1814), y en particular por su patriótica hazaña durante el primer sitio de Zaragoza. No fue este, sin embargo, un hecho aislado, sino el más notable, por sus consecuencias, de un comportamiento heroico en la defensa de la patria frente a la invasión francesa. Sobre este personaje histórico se ha creado una leyenda alrededor de la cual se han tejido obras novelescas y teatrales, zarzuelas y películas, e incluso semblanzas biográficas, con frecuencia carentes de rigor histórico, excepto en lo que se refiere a la hazaña que la hizo inmortal.
Agustina, tercera hija del matrimonio formado por Pedro Zaragoza Labastida y Raimunda Domenech Gasull, oriundos de Fulleda (Lérida), fue bautizada el 6 de marzo de 1786, en la parroquia de Santa María del Mar de Barcelona, con los nombres de Agustina Raimunda María Zaragoza Domenech. Sus padres se habían casado el 8 de agosto de 1772.
El 16 de abril de 1803 Agustina contrajo matrimonio con Juan Roca Vilaseca, natural de Masanet de Cabrenys (Gerona), entonces cabo segundo del Primer Regimiento del Real Cuerpo de Artillería, con destino en la guarnición de Barcelona. Poco después, Juan fue destinado a Mahón (Menorca). El 2 de mayo de 1808 el matrimonio, que había tenido su primer hijo, se encontraba de nuevo en Barcelona. Al ser llamado su marido por su deber militar, Agustina se trasladó a Zaragoza, y allí se encontraba cuando las tropas del general Lefebvre comenzaron en junio de 1808 el ataque a la ciudad, dando principio el día 15 al primer sitio de Zaragoza que, después de sesenta y un días de heroica defensa sería levantado el 14 de agosto por el general Verdier, que había sustituido a Lefevbre.
Los primeros días de julio los franceses iniciaron el bombardeo. Las principales hazañas, que le valieron a Agustina Zaragoza los sobrenombres de La Heroína de Zaragoza, La Artillera, o Agustina de Aragón, están relatadas por ella misma en un memorial fechado en agosto de 1809, ahora en su expediente militar, y que en síntesis son las siguientes. Agustina, que colaboraba en la defensa alentando a los artilleros y sirviéndoles municiones y víveres, viendo especialmente atacada la batería del Portillo, se dirigió hacia allí para ayudar, cuando, al poco rato, caía herido de un balazo en el pecho el cabo que, a falta de otro jefe, la mandaba, el cual fue retirado, dándolo por muerto. Cayeron también, abrasados por los cartuchos que voló una granada, casi todos los demás artilleros, quedando la batería inutilizada y expuesta a ser asaltada por una columna enemiga que ya se acercaba. Fue entonces cuando Agustina, tomando un botafuego y pasando por entre muertos y heridos, descargó un cañón de a 24, con bala y metralla aprovechada, de modo que, sorprendidos los pocos artilleros que quedaban, se levantaron para ayudarla a sostener el fuego, hasta que recibieron refuerzos de otra batería, obligando a retirarse precipitadamente al enemigo. Aquel mismo día, mediante un parte del Comandante de la batería, el general Palafox la condecoró con el título de Artillera y sueldo de seis reales diarios. Hasta el final del asedio, Agustina continuó sirviendo en la defensa, en aquella y en otras baterías, y por su heroico comportamiento Palafox le concedió los dos escudos de honor con el lema Defensora de Zaragoza y Recompensa del valor y patriotismo.
Durante el segundo sitio de Zaragoza, que comenzó el 20 de diciembre, Agustina se encontraba entre quienes dispararon los primeros fuegos de la batería de la Puerta del Carmen, y por su comportamiento en la defensa, especialmente en la batería del 31 de diciembre, recibió la cinta de honor. Fue destacada su actuación en el intento de desalojar a los franceses del convento de la Trinidad desde el de la Misericordia, cuando, con riesgo de su vida, logró quitarle la caja a un tambor francés y recuperar dos fusiles de los españoles. Palafox no pudo llegar a otorgarle el premio que le prometió, pues ambos contrajeron la peste, que comenzaba a hacer estragos en la ciudad y que, junto con el hambre, fue la causa de su capitulación el 23 de febrero de 1809.
Todavía enferma, y llevando con ella a su hijo de cinco años, fue conducida con los demás prisioneros camino de Francia, falleciendo el niño al llegar a Ólvega (Soria), debido a la enfermedad, el cansancio del viaje y el hambre. Al llegar a Puente la Reina, Agustina consiguió escapar y llegar hasta Cervera del río Alhama, desde donde una vez recuperada pasó a Teruel. Allí la Junta le concedió pasaporte para el ejército, con el que se dirigió a Andalucía. En el Alcázar de Sevilla, el 30 de agosto de 1809, la Junta Suprema Central del Gobierno de España, en ausencia del Rey, prisionero en Francia, le concedió, en atención a sus méritos, el grado y sueldo de subteniente de Artillería.
En su expediente militar no hay noticias de su vida hasta que de nuevo la encontramos, en noviembre de 1810, en la defensa de Tortosa, donde sirvió en una de las baterías hasta la rendición, que tuvo lugar el 2 de enero de 1811, siendo entonces conducida, con los demás prisioneros, a Zaragoza.
Tras un nuevo paréntesis en la documentación histórica, se halla de nuevo a Agustina en la batalla de Vitoria, al mando del general Pablo Morillo, quien certificó su heroico comportamiento en una de las baterías, el 21 de junio de 1813.
Terminada la guerra, Agustina permaneció en Zaragoza. El 25 de agosto de 1814, el Rey Fernando VII le concedió, en premio a los servicios prestados durante la guerra, un aumento de cien reales de vellón mensuales, sobre el sueldo que le estaba señalado, y el privilegio de usar la Cruz de Distinción otorgada “a los Generales, jefes, oficiales y demás individuos que se hallaron en el primer sitio de la inmortal plaza de Zaragoza”. A pesar de las vicisitudes políticas ocurridas posteriormente en España, Agustina continuó percibiendo ese sobresueldo hasta el final de su vida.
Reunida de nuevo con su marido, Agustina dio a la luz en 1818 a su segundo hijo, Juan. Su marido, enfermo de tisis, falleció con el grado de teniente en el Hospital Militar del Seminario de Barcelona el 1 de agosto de 1823, y el 12 de marzo de 1824 Agustina se casaba en segundas nupcias con Juan Cobos Mesperuza, médico de Almería, doce años menor que ella. De este matrimonio nació en 1825 su hija Carlota, autora de una novela histórica protagonizada por su madre. Posteriormente la familia se trasladó a Sevilla, donde el hijo de la heroína estudió y ejerció la carrera de Medicina hasta su muerte en 1885.
En 1847 contrajeron matrimonio en Sevilla los dos hijos de Agustina de Aragón, pero Carlota, casada con un militar destinado en Ceuta, se trasladaría a esa ciudad, a la que comenzó a viajar con frecuencia Agustina, hasta que en 1853 estableció en ella su residencia. Allí falleció el 29 de mayo de 1857, siendo oficial vivo y efectivo del Ejército, y fue enterrada al día siguiente en el Cementerio General de Santa Catalina.
El 14 de junio de ese año, el Ayuntamiento de Zaragoza acordó comenzar las gestiones para trasladar sus restos a la ciudad que había defendido con tanto valor en la Guerra de la Independencia, lo que se llevó a cabo trece años después.
Los actos en torno al solemne traslado ponen de manifiesto el significado de la figura de Agustina de Aragón en la historia de España. A primeros de junio de 1870, después de un funeral solemne en la catedral de Ceuta, la comitiva salió hacia Zaragoza, haciendo escalas en Cádiz, Sevilla y Madrid, ciudades en las que se le rindieron honores militares y se celebraron solemnes exequias, hasta que el 14 de junio los restos de la heroína llegaron a Zaragoza y quedaron depositados provisionalmente en la Basílica del Pilar.
En 1908, con motivo del primer centenario de los sitios, en la iglesia de Nuestra Señora del Portillo se erigió una capilla dedicada a la Asunción de la Virgen en la que, el 15 de junio de 1909, en un acto presidido por el rey Alfonso XIII, se instalaron definitivamente los restos de Agustina de Aragón y de otras heroínas que defendieron la ciudad durante la Guerra de la Independencia. La capilla había sido inaugurada el 29 de octubre de 1908 por la reina Victoria Eugenia, tres días después de que los Reyes hubieran inaugurado el monumento a Agustina de Aragón, obra del escultor Mariano Benlliure, que la representa con uniforme y divisas de Oficial, apoyada sobre la culata de un cañón, y que se encuentra en la Plaza del Portillo, muy cerca de donde tuvo lugar la hazaña que inmortalizó el nombre de Agustina de Aragón.
Fuentes y bibl.: Archivo general Militar (Segovia), Expediente militar de Agustina Zaragoza Domenech.
A. Coy Cotonat, Agustina Saragossa Domenech, heroína de los sitios de Zaragoza, Ceuta, Taller Tipográfico de José Guerra, 1914; J. E zquerra del bayo y L. Pérez Bueno Retratos de mujeres españolas del s. XIX, Madrid, Junta de Iconografía Nacional, Imprenta de Julio Cosano, 1924; F. Lanuza Cano, “Semblanza genealógica de Agustina de Aragón. Biografía histórica y biografía humana”, en Hidalguía, n.º 22 (mayo-junio de 1957), págs. 401-416, y n.º 24 (septiembre-octubre de 1957), págs. 765-780; F. Lanuza Cano, Agustina de Aragón, Barcelona, Ediciones G. P., 1960; A. M.ª Freire López, “Historia y literatura de Agustina de Aragón”, en Actas del III Coloquio de la Sociedad de Literatura Española del Siglo XIX, Lectora, heroína, autora (La mujer en la literatura española del siglo XIX), Barcelona, PPU, 2005, págs. 115-125; M. P. Queralt del Hierro, Agustina de Aragón. La mujer y el mito, Madrid, La Esfera de los Libros, 2008.
Ana María Freire López